miércoles, 15 de junio de 2011

Chispita Secreta

 Marlene y Carolina, las panitas del alma, mejores amigas desde que eran unas pichurras, se cuentan todo, se tratan como hermanas… ¿Qué más hay que decir?  Si bueno, típicas amigas que se están yendo a Punta Cana en su viaje de graduación y planean pasarla excelente porque puede ser la última vez que se vean por mucho tiempo.
Se van por caminos separados. Carolina cruza el charco y se dirige a estudiar periodismo en Madrid. Mientras que Marlene decide quedarse en el país estudiando arquitectura. A Marlene le encantaría también salir del país, pero su familia es algo modesta y además optimista con que aquí también le puede ir muy bien.
Apenas el avión aterriza  ambas empiezan a sentir emociones revueltas. Lloran mientras ríen. Esto es. Llevaban hablando del viaje desde que estaban en séptimo grado, y ya estaba ocurriendo. ¿Cómo pasan tan rápido cinco años? Ambas se preguntan. Pero en cinco años que se fueron volando también pasaron tantas cosas, demasiadas cosas que vivieron juntas. Éste viaje era como el cierre a una etapa de sus vidas que ya irán dejando. Y las dos andan planeando dar el cierre con broche de oro.
¡Punta Cana baby! Grita Carolina y empieza a cantar un reggaetón puyuo. Marlene apenada por lo escandalosa que puede ser su amiga, a la vez se ríe porque sabe que nada en el mundo les puede arruinar este momento. Nada, absolutamente nada, les puede arruinar Punta Cana. Ni siquiera un brasilero, moreno con ojos verdes y un cuerpazo… (Ya va, me estoy adelantado a los hechos).

Dadas las 11 de la noche, Marlene y Carolina, arregladas con poca ropa y pelo aplastado, entran a esa famosa discoteca que tanto ansiaban en ir. Algo de otro mundo, nunca habían visto un lugar tan inmenso y con tanta multitud. Pasan por el gentío y se ubican junto a las caras conocidas. Entre las luces y la música empiezan a bailar. Ven al brasilero. Ambas lo saludan y bailan con él.
El brasilero había llegado en 4to año a su colegio. Causa un gran impacto debido a su aspecto exótico .Como ya mencione, es de tez morena, ojos claros y con un cuerpazo definido por su figura alta y atlética. Además de tener una personalidad muy carismática que lo diferencia de los imbéciles que estudian en su clase. Por supuesto que todas las niñas enamoradísimas de él. En especial Marlene y Carolina. Se habían vuelto muy amigas del brasilero, y en ocasiones salían a rumbear con él. Pero como código de amigas habían decido que lo mantendrían compartido, como amigo claro, ninguna le puede caer. Y así es como se debe mantener.
Las niñas se pasan la noche caminando entre la pista de baile, la barra y las idas al baño para retocarse. Se mezclan con la demás gente de su promoción, Marlene habla con este niño que piensa estudiar arquitectura en donde va a ir ella. Se alegra de que por lo menos tendrá a alguien conocido cuando vaya a la universidad. Se dirige hacia la barra, ya se siente un poco mareada. Se sienta en la barra y no puede creer lo que ve. Carolina abrazada junto al brasilero, la desgraciada le está cayendo encima.
Marlene se pone roja. Es que Carolina siempre tiene que tenerlo todo ella, piensa. Se le acerca y le grita que con qué con que moral Carolina, que era una falsa, que como rompe un pacto que ella inicialmente había propuesto. Carolina le responde a gritos, que no sea tan sensible, que no está pasando nada. Entre gritos y gritos se pelean las amigas. Marlene no tan accidentalmente tira el trago sobre el vestido de Carolina. Carolina reacciona y empuja a Marlene, ésta se rompe el tacón... y así surge lo que en términos gringos se llamaría una catfight.  No dura mucha porque el brasilero las separa y las logra calmar pero instantáneamente desaparece.    

El sonido de las olas  y el calor del sol es lo que sienten Marlene y Carolina, al día siguiente, en la playa recibiendo resaca. No  tiene muy clara la imagen de lo que paso ayer, pero saben que fue feo.  A lo lejos ven al brasilero, se encuentra cerca de la orilla hablando con un surfista. Ambas hablan a la vez diciendo que ese brasilero no vale la pena. Chispita secreta. Aunque mienten y ellas mismas lo saben. En su mente admiran esos ojos verdes y esa tez dorada. Piensan lo carismático que es, en lo bien que se viste y en cómo entiende a las mujeres. No lo pueden sacar de su vista, ambas suspiran. Observan la hermosa sonrisa del brasilero mientras habla con el surfista. También observan como lentamente le acaricia el brazo que va subiendo para acariciarle el cabello… Repentinamente sueltan una carcajada y se ríen como nunca antes se habían reído. Qué cómo no se habían dado cuentan antes. En definitivo, ahorita sí que no hay nada que les arruine este momento.

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