martes, 21 de junio de 2011

Ahora vamos con el libro de Esther

El libro de Esther nos narra la historia de un obsesivo compulsivo. Eleazar no come mondongo porque eso lleva un salero. Eleazar no toma alcohol al menos que no le irriten la glándulas por más de 7 segundos. Eleazar no camina por  la acera de las calles porque les tiene miedo a los perros en las casas. Eleazar no está con Esther porque un vaso de coca-cola cayó sobre la minifalda de Marylin.  Un vaso de Coca-Cola repite enésimas veces en la novela, un vaso de Coca-Cola hizo su vida miserable.
La novela de Juan Carlos Méndez  nos narra la historia de un pobre infeliz que a los 30 años, tras haberse divorciado de su esposa Marylin, viaja hacia las islas canarias, en busca de su amor de la adolescencia, Esther.
El libro se pasa entre recuerdos del pasado, de la Caracas de hace trece años, en el liceo, con Enrique, Carlos, Jesús y Esther, cuando Eleazar era feliz y no lo sabía. Entre momentos en el que Eleazar piensa en Esther, en el libro que le regalo en papel de celofán el último día de clases, que luego nos enteramos que es Piedra del Mar. También entre los relatos de su problemático matrimonio con Marylin. Piensa en todo lo que ya fue y en lo que pudo haber sido hasta que se harta de pensar y empieza a buscar a Esther.
En las islas Canarias Eleazar se encuentra en una odisea, el iluso pensaba que al preguntar por una venezolana en las calles, iba a aparecer Esther. Pero no Eleazar, la cosas no son así de fácil. Las islas Canarias parecen pobladas y extensas en verdugos. Por suerte, Eleazar encuentra a Máximo y a Hendrina, de los cuales, se hacen amigos de él y lo ayudan a buscar a Esther.
Después de 222 páginas siguiendo las nostalgias, desesperaciones e intrigas de Eleazar, finalmente en el último capítulo aparece Esther. No aparece la persona como tal pero aparece una nota. La esencia que había perdido durante los últimos trece años .Juan Carlos Méndez se calla, no nos dice que pasa después. Final abierto. A unos les da rabia el final pero a mí me parece bien. Su Juan Carlos hubiese seguido escribiendo sobre lo que sigue después  de ese encuentro de Esther el libro hubiese perdido su esencia.
La búsqueda de Eleazar iba más allá de un amor perdido. Eleazar lo que buscaba era recuperar su esencia perdida, aquellos recuerdos de su adolescencia en el que él alguna vez fue feliz.  Eleazar tambien nos hace comparaciones de la Caracas con Esther y de la Caracas sin Esther, que en trece años sufrió muchas tranformaciones. Como cuando se recordaba de aquel parque que solía ir con Esther, ya ni el parque quedaba porque fue reemplazado por unos edificios.


Crisis existenciales tenía el pobre Eleazar de tan solo 30 años. Un obsesivo compulsivo en potencia. Yo diría que el señor estaba realmente enfermo. Nunca entendí lo del dinosaurio rosado.  Buenos mal que al final del libro Eleazar parece encontrar lo que buscaba. ¿Opinión? Le lo leí por leer. Pero al menos me pareció entretenido. Juan Carlos Méndez parece darle un tono humorístico a la novela con este personaje de Eleazar. El ritmo de la novela me pareció más rápido y cautivador que el de Piedra de Mar. En fin la novela no es nada memorable, pero la recomiendo si estan en busca de un libro coca-cola.


PD: no sé si estaran familiarizados con el término coca-cola. Pero en mi casa lo usamos para películas o libros que nos resulten agradables, entretenidos, pero hasta ahí.

miércoles, 15 de junio de 2011

Chispita Secreta

 Marlene y Carolina, las panitas del alma, mejores amigas desde que eran unas pichurras, se cuentan todo, se tratan como hermanas… ¿Qué más hay que decir?  Si bueno, típicas amigas que se están yendo a Punta Cana en su viaje de graduación y planean pasarla excelente porque puede ser la última vez que se vean por mucho tiempo.
Se van por caminos separados. Carolina cruza el charco y se dirige a estudiar periodismo en Madrid. Mientras que Marlene decide quedarse en el país estudiando arquitectura. A Marlene le encantaría también salir del país, pero su familia es algo modesta y además optimista con que aquí también le puede ir muy bien.
Apenas el avión aterriza  ambas empiezan a sentir emociones revueltas. Lloran mientras ríen. Esto es. Llevaban hablando del viaje desde que estaban en séptimo grado, y ya estaba ocurriendo. ¿Cómo pasan tan rápido cinco años? Ambas se preguntan. Pero en cinco años que se fueron volando también pasaron tantas cosas, demasiadas cosas que vivieron juntas. Éste viaje era como el cierre a una etapa de sus vidas que ya irán dejando. Y las dos andan planeando dar el cierre con broche de oro.
¡Punta Cana baby! Grita Carolina y empieza a cantar un reggaetón puyuo. Marlene apenada por lo escandalosa que puede ser su amiga, a la vez se ríe porque sabe que nada en el mundo les puede arruinar este momento. Nada, absolutamente nada, les puede arruinar Punta Cana. Ni siquiera un brasilero, moreno con ojos verdes y un cuerpazo… (Ya va, me estoy adelantado a los hechos).

Dadas las 11 de la noche, Marlene y Carolina, arregladas con poca ropa y pelo aplastado, entran a esa famosa discoteca que tanto ansiaban en ir. Algo de otro mundo, nunca habían visto un lugar tan inmenso y con tanta multitud. Pasan por el gentío y se ubican junto a las caras conocidas. Entre las luces y la música empiezan a bailar. Ven al brasilero. Ambas lo saludan y bailan con él.
El brasilero había llegado en 4to año a su colegio. Causa un gran impacto debido a su aspecto exótico .Como ya mencione, es de tez morena, ojos claros y con un cuerpazo definido por su figura alta y atlética. Además de tener una personalidad muy carismática que lo diferencia de los imbéciles que estudian en su clase. Por supuesto que todas las niñas enamoradísimas de él. En especial Marlene y Carolina. Se habían vuelto muy amigas del brasilero, y en ocasiones salían a rumbear con él. Pero como código de amigas habían decido que lo mantendrían compartido, como amigo claro, ninguna le puede caer. Y así es como se debe mantener.
Las niñas se pasan la noche caminando entre la pista de baile, la barra y las idas al baño para retocarse. Se mezclan con la demás gente de su promoción, Marlene habla con este niño que piensa estudiar arquitectura en donde va a ir ella. Se alegra de que por lo menos tendrá a alguien conocido cuando vaya a la universidad. Se dirige hacia la barra, ya se siente un poco mareada. Se sienta en la barra y no puede creer lo que ve. Carolina abrazada junto al brasilero, la desgraciada le está cayendo encima.
Marlene se pone roja. Es que Carolina siempre tiene que tenerlo todo ella, piensa. Se le acerca y le grita que con qué con que moral Carolina, que era una falsa, que como rompe un pacto que ella inicialmente había propuesto. Carolina le responde a gritos, que no sea tan sensible, que no está pasando nada. Entre gritos y gritos se pelean las amigas. Marlene no tan accidentalmente tira el trago sobre el vestido de Carolina. Carolina reacciona y empuja a Marlene, ésta se rompe el tacón... y así surge lo que en términos gringos se llamaría una catfight.  No dura mucha porque el brasilero las separa y las logra calmar pero instantáneamente desaparece.    

El sonido de las olas  y el calor del sol es lo que sienten Marlene y Carolina, al día siguiente, en la playa recibiendo resaca. No  tiene muy clara la imagen de lo que paso ayer, pero saben que fue feo.  A lo lejos ven al brasilero, se encuentra cerca de la orilla hablando con un surfista. Ambas hablan a la vez diciendo que ese brasilero no vale la pena. Chispita secreta. Aunque mienten y ellas mismas lo saben. En su mente admiran esos ojos verdes y esa tez dorada. Piensan lo carismático que es, en lo bien que se viste y en cómo entiende a las mujeres. No lo pueden sacar de su vista, ambas suspiran. Observan la hermosa sonrisa del brasilero mientras habla con el surfista. También observan como lentamente le acaricia el brazo que va subiendo para acariciarle el cabello… Repentinamente sueltan una carcajada y se ríen como nunca antes se habían reído. Qué cómo no se habían dado cuentan antes. En definitivo, ahorita sí que no hay nada que les arruine este momento.

lunes, 13 de junio de 2011

Sobre el cuento feo de Juul

Apenas llegue al salón el profesor Carlos nos dio un papel y nos dijo lean y escriban lo que opinan. Así que eso es lo que voy a hacer.  Empiezo a leer sobre un niño llamado Juul que tiene rizos rojos como si fueran de cobre. Tras esta descripción parece ser  un niño lindo y tierno pero tiene la mala suerte de que los otros niños lo maltratan y le gritan " rizos de cobre, tienes sangre en el pelo" y claro Juul un día se harta y se corta sus  bellos rizos. Juul pensaba que ya todos sus problemas estarían resueltos pero no, ahorita se burlan de él por tener cara de huevo o orejas de dumbo y otras estupideces que llevan a que Juul se vaya deshaciendo de todas aquellas partes de su cuerpo que han sido burlada. LITERALMENTE. Juul se corta las orejas, se arranca los ojos, la lengua, los dedos, las piernas, hasta que solo queda su cabeza. ¿Y qué hacen los niños con su cabeza? La patean mientras juegan futbol y como su cabeza no rebota la dejan tirada en el medio de la cancha. Esa es la historia de Juul.


Asco. Que desagradable ese cuento. Verdaderamente no tenían que ser tan descriptivos. Ya capté el mensaje del cuento. Las palabras matan. Los niños son crueles. Acepta lo que tienes, no lo trates de cambiar. Que sé yo. No tenían que ser tan extremistas. Qué final tan feo y espantoso. Me hubiese conformado con que Juul, se pusiera a llorar y hablara con su mama. O que se cambiara de colegio. Que agarre a una pistola y mate a todos esos carajitos. En serio cualquier cosa hubiese sido mejor que esa lenta masacre hacia su propio ser.


Ok lo de Juul y la pistola no era tan en serio, pero he oído casos así. Esos niños tan calladitos aguantándose todas las burlas, empujones y maltratos, hasta que estallan y son capaces de cualquier cosa. Cuando leí lo que habían escrito mis otros compañeros, muchos critican a Juul por ser tan inseguro y por tratar de cambiar al hacerle caso a lo que dicen los demás. ¡Pero claro que es inseguro!, si lo agarran a él de carnada, mil contra uno. Lo mejor en esos casos es hablar, se lo dijo a todos los Juul  en la tierra: si te atacan responde, pero al sentir que no puedes, al sentir que estas solo, no tengas miedo de pedir ayuda, porque SÍ  importas.

En fin, aunque el cuento me pareció basatante radical y extremista, tengo que admitir que propósito tiene, porque el bullying es algo que puede acabar con la vida de un niño. Para que vean a lo que me refiero les dejo un video, que a mi parecer explica mejor el fenómeno de los niños buleados. Porque el cuento de Juul me desvió a la masacre de un cerdo a punto de  ser enviado a una charcutería, en vez de estar pensando en el mensaje que el cuento intento de proyectar.

 

lunes, 30 de mayo de 2011

La Puerta Cerrada

Mi cuarto estaba lleno de  cosas lindas, lo podia ver porque la lamparita de la esquina lo iluminaba y me mostraba los libros, juguetes y peluches que habian el mueble en frente a mi cama. Tambien podia ver algunas fotos y cuadros que tenia pegado alrededor de las paredes. Me dormí tranquila sabiendo que mi cuarto era seguro y con cosas muy lindas.
Cuando me desperté  las letras verdes del reloj en mi mesa de noche decían las 12:53 pm. Tenia miedo. La lamparita de la esquina de repente se apaga, ya no podia ver las cosas lindas que habian en mi cuarto. No podia ver nada. Estaba oscuro y por eso tenía miedo.
Un apagón de luz, convirtió esa  noche de cuando tenía 5 años,  en una pesadilla. Mi cuarto se habia convertido en un lugar oscuro y tenebroso. El aire acondicionado tambien se habia apagado y  podia escuchar todos los sonidos de la noche. El viento soplaba fuerte, sentí que un monstruo se asomaba por  la ventana. Una silueta blanca se rescotaba sobre una silla, lo que era un vestido habia agarrado forma de fantasma. No estaba llorando. Tampoco gritaba. No me podía mover, me quedé  debajo de las sábanas temblando. Escuchaba a mi corazón latir con ritmo acelerado. Estaba paralizada.

Ese miedo irracional que le tenía a la oscuridad, ahora que lo pienso me rio. Aunque tambien me doy cuenta que no se diferencia mucho a los miedos que tengo ahorita, casi 12 años más tarde. Es ese miedo a la incertidumbre.A lo que te puedes encontrar detrás de una puerta cerrada. De no tener idea de lo que te pueda pasar en los próximos años. Es esa necesidad a tener seguridad y protección. Es ese miedo a que despues de estar 14 años en un colegio, viendo las mismas caras y siguiendo la misma rutina diaria, dentro de un año me vaya a tener que ir a enfrentarme a algo nuevo y completamente extraño. Y cómo añoro yo a ese  miedo  que le tenía a la oscuridad. Sabiendo que con prender la luz todo iba estar igual y nada cambia. Es un miedo al cambio. Me viene cada vez que pienso que pronto voy a tener que dar ese gran paso hacia la adultez.  Sí, es algo así como tenerle miedo a lo que te puedes encontrar detrás de una puerta cerrada.
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jueves, 26 de mayo de 2011

Leyendo Piedra del Mar

Leyendo Piedra del Mar:
Tengo que admitirlo, me costo agarrarle el hilo a Piedra del Mar. Había escuchado maravillas de la famosa novela juvenil del escritor venezolano Francisco Massiani.  Que es una novela espontánea, fresca y sencilla, de fácil entrarle.  “Te la lees en dos horas”, me dijeron y yo, tarde dos semanas. Me preocupé un poco por esto, la novela que había sido aclamada entre las mejores en literatura juvenil venezolana no me estaba gustando mucho ¿Será que tengo mal gusto?.
Empiezo la novela y un chamo que está en una playa, medio drogado, me cuenta su deseo de hablarle a una Carolina, pero no lo hace porque es muy tímido y le tiene rabia a Marcos, un lanzado que no hace sino caerle a su Carolina. Cambia de tema espontáneamente y ahorita no me está hablando a mí sino a un José que  se intento de  suicidar. Luego vuelve y me cuenta sobre una Jania, ex novia de él y otras cosas que no me acuerdo ahora, hasta que volvemos a la playa. En la playa sufre un trágico episodio cuando le intenta hablar a Carolina y lo que paso da mucha pena contarlo. Después de eso se regresa a Caracas y va a casa de su amigo José, donde agarra una máquina de escribir y nos explica que está escribiendo una novela que resulta ser la que estoy leyendo. Ahí fue que comprendí, la novela es narrada al momento  que el  va escribiendo en la maquina. Un joven aspirante escritor, no solo nos está narrando los hechos de la novela, sino que nos escribe todos sus sentimientos, deseos, recuerdos y despechos, sobretodo, despechos. Ahí fue que comprendí que la novela no sigue un eje lineal, sino que es en forma de remolino, al igual que la mente de un adolecente.
Este chamo solo escribe lo que piensa y es muy valiente, ya que muchos chamos tienen el deseo de hacer eso pero no lo hacen porque inmediatamente piensan “¿A quién le va a interesar?”. Yo sé que esta novela es solo ficción, y que  en verdad no hay un chamo detrás de una máquina de escribir, pero de igual manera, le decidí darle una oportunidad al muchacho de que me terminara de contar todos sus problemas porque puede que en algo lo comprenda.
El chamo, que eventualmente revela que le dicen Corcho, tiene un humor muy ácido al hablar de sus amigos siempre lo hace de forma despectiva y ofensiva, suele tener problemas existenciales y a veces le dan ganas de suicidarse y también le dan unos impulsos raros de llamar a Carolina y trancar al escuchar el sonido de su respiración. A pesar de su forma de ser, un muchacho muy lunático y depresivo, me termino cayendo bien.  
Porque, encima de todo, logre ver  la tierna historia de un joven que  a través de una piedra de mar busca expresarle su amor a la niña que él quiere y eventualmente todo lo que sufre por ella.
La adolescencia es un tema poco tratado en Latinoamérica, sobretodo en Venezuela. La narrativa venezolana suele estar enfocada en la violencia, en la política o en el miedo de vivir en un país tan inseguro. Me agrado haberme encontrado con este libro, en el que me vi reflejada ya que, debo admitir, hubo veces que si me identifique con los problemas lunáticos depresivos de Corcho. La razón por la que me costaba agarrarle al libro al principio, fue porque de hecho es un libro raro y creo que no estaba acostumbrada a ese desorden ideas escritas de una hoja. Pero de eso se trata la adolescencia, un gran desorden de ideas, sentimientos, emociones, impulsos, locuras etc. etc.   

Don Regalón

Tercer cuento de la infancia. Sobre algo que da algo de penita contar.

Mamá siempre  decía que a mí me compraron en Don Regalón, que a mi hermana la compraron en Becco y que a mi hermanito lo compraron en Grafiti.
-¿Cómo es eso mamá? Yo no he visto que en Don Regalón vendan bebés.
-No Isabel Eugenia, es un decir, con eso me refiero a que cuando naciste, yo te compre toda tu ropita de bebé en Don Regalón.
-¿Entonces sino fue ahí en donde me compraste?
-Que dices loca, si yo no te compre yo te tuve. ¿O es que acaso no te recuerdas de cuando nació tu hermano?
- Si mamá ya yo me sé ese cuento. Nació en la clínica porque te tuvieron que cortar la barriga para sacarlo. Ya yo sé que salió de una semillita que tú te tragaste y te fue creciendo de la barriga. ¿Pero entonces dime mamá, en dónde fue que compraste esa semilla?
-Pero Isabel, si yo compre ninguna semilla ni tampoco me la trague. Esa semilla emmm digamos que me la regalo tu papá.
-¡ay mamá no te entiendo nada!
Mamá que parecía reírse de toda lo que decía, se veía ahorita algo preocupada. Se sentó a mi lado y me dijo que todavía era muy pequeña para entender estas cosas. ¿Pero de qué cosas estaría hablando? Solía escuchar mucho esta respuesta de mamá, era lo que siempre me decía al ocultarme algo. Los adultos se le pasan guardando secretos de los niños. Ellos creen que no se dan cuenta, pero siempre tienen esa manera de no decir la verdad completa de las cosas.
Como hubiese deseado que mamá me hubiese dicho la verdad sobre esto, y no me hubiese enterado una semanas después por mi primo.
Nos encontrábamos mi hermana Camila y yo un domingo jugando con nuestras Barbies en el jardín de la casa de mi abuela. Estábamos riéndonos felices en nuestro juego, cuando en eso llega mi primo Juan Diego. Iba todo arreglado y perfumado, llevaba la camisa por dentro, y sus mocasines brillaban de lo pulcro que estaban. Mamá siempre decía que Juan Diego parecía un principito, pero mi hermana y yo sabíamos que por dentro llevaba un demonio.
Como Juan Diego recién cumplía los 10 años, ya creía que se las sabía todas. Se dirige hacia nosotras con un aire de orgulloso, y nos pregunta:
-¿Ustedes saben de dónde vienen los bebés?
-  Claro que sí, no somos gafas. Vienen de una semillita.-le respondo yo.
- Beeerro pero que inteligente la niña. – me dice él con un tono sarcástico- ¿y sabes de dónde viene la semilla?
- Buenooo sí. De un regalo que papá le hace a mamá.
-.Esta bien pero ¿Quieres saber cómo se la regala?
-Ella ya sabe. Ahora déjanos tranquilas- interfiere mi hermana.
Pero mi primo la ignora. Nos arranca a la Barbie y al Ken de la mano, y nos explica  como mamá y papá se quitan la ropa, como se montan uno encima del otro, como empiezan a hacer gemidos intensos.  Muy malévolamente mi primo nos explica esa cosa a que llaman: LA SEXUALIDAD.
Nada de lo que decía Juan Diego tenía sentido, sentía como mi cabeza daba vueltas y empezaban a salir lágrimas de mis ojos:
-¡Claro que  no, mentiroso!- le grité furiosa a mi primo- Mamá y papá no hacen eso, parecen unos animales. Y aquí el único animal eres tú.
- Si ni lo hicieran, tú no estarías aquí- me responde él- pregúntale a tu hermana, ella sabe.
Miré a mi hermana, pero ella se quedo callada mirando a la grama. Lo que decía Juan Diego era verdad, ella lo sabía.
Salí corriendo hacia el columpio a llorar. Estaba bastante enojada con todo el mundo. Con Juan Diego por haberse burlado de mi y por haber maltratado a mis Barbies. Con Camila por nunca haberme contado nada de esto, yo pensaba que ella y yo nos decíamos todo. Y con mamá por no haberme dicho la verdad completa cuando yo se lo pregunté.
Otra sensación extraña surgió en mí. Me quede traumada y confundida por lo que me había dicho mi primo. No me podía imaginar a mamá y a papá haciendo eso, me daba como penita hasta pensarlo.
Para ese momento a mí me gustaba un compañerito de mi clase, a veces me imaginaba que me casaba con él. Pero nunca me había imaginado lo que tendríamos que hacer para tener bebés juntos. ¡Noo vale, que asco! ¡Yo no voy a dejar que él me vea desnuda! Lo mejor es que me compre mis semillas en Don Regalón, y tenga a mis hijos yo sola.

2 cuentos de amor y una rosa roja

Segudo cuento de mi caja de infancia. Cuando abuela conoce a abuelo  y mami conoce a papi.

I
Ya no aguantaba más, si me seguían manteniendo en esta prisión podría terminar lunática esquizofrénica. En Agosto del 54, mis padres habían tomado la decisión de mandarme a un internado católico en Vermont, alejada de las borracheras, de los picoteos, y de cualquier hombre que pudiera dejarme embarazada sin haber tenido compromiso alguno. Por lo tanto, mi rutina diaria consistía en comer, rezar y dormir, rodeada de monjas y de pobres niñas tan sometidas como yo, y sin rastro alguno de presencia masculina.
Pase nueve meses y quince días, en aquel encierro. Hasta el día en que me llego una carta de mamá, diciéndome que debía regresar a Caracas por unos días, ya que le iban a celebrar un baile de quince años a mi prima Cocó.  Sensaciones de alivio y de intriga surgieron en mí, sabía que debía aprovechar esas tres semanas que iba estar fuera del internado para conquistar el corazón de un notable caballero, casarme con él y así no tener que volver más nunca a ese horrible lugar.
Cuando llegue a casa, mis hermanitos me recibieron con mucha emoción y alegría. Me dedique a pasar el tiempo sobretodo con Bonnie, mi única hermana. Bonnie había despertado una nueva afición por lo místico y lo sobrenatural, por lo que decidió llevarme a casa de la vieja Matilde, una señora que vivía en una antigua  mansión detrás del Guaire y tenía un ojo de cristal. Tenía fama de adivinarle la fortuna a la gente a través de hojas de té. Podía adivinar desde futuros amores y desamores hasta los tickets del loto. Después de terminar de tomarme mi té, la vieja Matilde agarró mi tasa, la examinó con cuidado y hacia mi dirigió la siguientes palabras que nunca olvidaré: “Veo que esta noche asistirás a un baile, pues escucha bien lo que dicen tus hojas que un futuro amor te espera, el primer hombre con una rosa roja que veas, va a hacer él hombre con que te vas a casar”.
Un largo vestido color escarlata lucía mi figura sensual, que junto a mi collar de perlas y mi moño estilo Audrey Hepburn, me hacían la señorita más deseada del baile. No había muchacho que me pasara por el lado sin detenerse a mirarme o invitarme a bailar, pero yo por supuesto les decía que no, pues estaba concentrada en la búsqueda de mi caballero de la rosa roja.
Ya me iba dando por vencida cuando de repente apareció. Era un hombre alto y erguido, de apariencia torpe pero sumamente buenmozo, debía haber estado llegando a los 30. Desde el primer momento que lo vi supe inmediatamente dos cosas. La primera era que la flor en la mano del caballero no estaba destinada para mí, sino para Teresita Andrade, una muchacha bastante detestable. La segunda era que aquel caballero, no era como los que a mí me solía gustar. Usualmente yo iba tras bailarines, cantantes de bolero, artistas, estrellas de cine, o cualquier otro que llevara una vida extravagante. Este señor llevaba una vida mucho más seria y estable: ingeniero químico suficientemente adinerado, solía pasarse su tiempo libre jugando golf, yendo al hipódromo y resolviendo crucigramas, sabía todo esto porque me estoy refiriendo a un buen amigo de mi padre.
A pesar de habérmelo cruzado ya varias veces, no fue sino esa noche cuando lo vi por primera vez. Un resplandor iluminaba sus ojos, mientras a mi alrededor la gente se paralizaba, la música dejaba de sonar, todo parecía desaparecer, quedándonos él y yo solos en el vacío. Algo que va más allá de mi comprensión me decía que él, Francisco Villanueva, y yo Mitzi Guevara estábamos destinados a estar juntos. Así que sin pensarlo dos veces, espere a que la narizona de Teresita estuviera ocupada bailando con alguien más, me le acerque toda radiante, y desde el momento que estábamos bailando supe que la vieja Matilde tenía razón ¡ahhh y cuánta razón tenía!

II:
Septiembre del 67 fue primera vez que la vi. No éramos sino unas criaturas en el Kindergarten Tammanaco. Para ese entonces yo  tenía una cierta mezcla de desinterés o temor hacia las niñas, pero sin embargo cuando la volví a ver en Junio del 81 me acordaba clarito de ella. Fue en unas de esas discotecas que estaban de moda en mi época. La veía bailando al ritmo de The Bee Gees,  mientras yo me sentaba en el bar a tomarme un trago. En ese momento vi que se salía de la pista y se aproximaba hacia el bar, mientras pensaba en que le podría decirle, vino un ladrón y le arrancó la cartera de la mano. Como  acto reflejo, salí corriendo tras el desgraciado. Lo agarre en el baño, no sé si era por adrenalina o por las tragos que tenia encima, pero agarré una fuerza brutal. Lo cogí por los tres pelos que tenia, y le golpe su cabeza contra la pared. Su nariz salió sangrado y él corriendo aterrorizado. En eso la vi entrar a ella y me sonrío cuando le di su  cartera. Al instante entro también un barbudo, que salió directo a abrazarla y a besarla, estaba con ella.
No me la podía sacar de la cabeza, a través de unos amigos yo me había enterado de que ella era una muchacha culta y muy inteligente, interesada por el arte, la música y los libros. Que estaba a punto de graduarse del colegio y que quería estudiar arte en la Central. Pero ella no sabía nada de mí. No sabía que yo trabajaba en un sitio de construcción, mientras estudiaba ingeniería, que necesitaba ayudar a mi mamá a mantener la familia, ya que habíamos pasado por un mal momento desde la muerte de mi papá.  Tampoco sabía que mi sueño era ser beisbolista profesional y por eso iba a practicar todas las tardes.
Me sentía el hombre con más afortunado el mundo cuando me enteré que mi mejor amigo se iba a casar con la prima de ella, yo iba ser el padrino, ella la madrina. Estábamos sentados al lado en la ceremonia, yo no hice sino preguntarme si ella sabía quién era yo, o por lo menos si se acordaba cuando le recupere su cartera de aquel ladrón cuatro años atrás. Afuera en la iglesia mientras todos felicitábamos a la pareja recién casada, ella se me acerca, sonríe y al oído me susurra un gracias, yo sabía completamente a que se refería. Esa pequeña palabra de 7 letras, me aventuró a que agarrara una rosa roja de un racimo frente a la iglesia, y le preguntara si me quería dar las gracias viendo una película o tomándose un café.