jueves, 19 de mayo de 2011

Aqui en Oz

 Aquí les tengo el primer texto de mi infancia. El tema es sencillo: el primer libro que leí, cosa que nunca se olvida.Bueno disfruten.
 Aquí en Oz:
De pequeña me encantaba cuando mi mamá me leía un cuento. Era tradición nuestra que mamá  me leyera un cuento a las 8:45 de la noche, luego rezábamos un Ángel de la Guardia y a las nueve en punto apagaba las luces y yo me iba a dormir, ése era nuestro trato. Leímos tantos cuentos juntas que me tardaría horas en nómbralos todos. Pero si hay que hacer mención especial a los famosos cuentos Ékare. Quien no recuerda a esa gallina que montaba bicicleta, al Rey que le faltaba una oreja o a el conejo que comía caraotas para ser igual que la niña bonita. En fin, menciono a todos estos cuentos porque por más cortos y sencillos que sean, fueron los que me abrieron el placer a la lectura.
Pero no fue sino hasta los 6 años cuando me aventuré a leerme un libro por mi cuenta. Me recuerdo que fue en un típico domingo lluvioso que me encontraba encerrada en el apartamento, sin nada que hacer. En eso decido agarrar unos libros y llevárselos a mamá para  ver si me los leía. Agarro un libro del estante al azar, lo veo y me fijo en los muñequitos coloridos en la portada. El Mago de Oz, que raro nunca lo había visto. Se lo llevo a mi mamá pero ella andaba ocupada y me dijo que lo leyera yo misma. Abro el libro y me tomo la sorpresa de que no tiene dibujitos, sino páginas y páginas con puras letras. Me asusté al ver esto, yo apenas había aprendido a leer. Por curiosidad empecé a leer la primera página, para ver de qué se trataba.
Las palabras eran sencillas por lo que me fue fácil entrarle a la lectura. En las primeras páginas iba lento y con cuidado, revisando que no me saltara ninguna palabra.      Pero poco a poco le fui agarrando el hilo a la lectura, hasta que en un momento sentí que ya no me encontraba más en mi apartamento. El libro me había llevado a un mundo mágico en donde había enanos, brujas, leones y espantapájaros, me encontraba en Oz. Pase tres días recorriendo el camino dorado junto a Dorothy y sus amigos.  Al pasar la última página no lo podía creer, me había leído un libro completo yo sola y sin ayuda de nadie.
Leer no es tan difícil como parece. Había descubierto que uno de los grandes placeres de la lectura es que te sientes como en un viaje. Yo quería seguir viajando y empecé  con otros como Matilda, Peter Pan, El Jardín Secreto. Ya la etapa de cuenta cuentos se había acabado, ya estaba grande y había iniciado la tarea de leerme todos los libros del gran estante que hay en mi casa. Y tarea difícil, porque hoy en día todavía me quedan muchos por leer.

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